Ya no hay sorpresas. Los perros adultos son como libros abiertos. Ya no existe incertidumbre con relación a la dimensión corporal que posee –debido a que cesó de crecer varios años atrás-, y su personalidad es completamente estable. El conocimiento de los dos aspectos anteriores permite planificar mucho mejor su estancia en nuestro hogar, así como la gestión de su alimentación e higiene.
Fácil de entrenar. Hay un viejo adagio que dice: “un viejo perro no aprende trucos nuevos”. La frase, aunque popular, se halla trágicamente sesgada de la realidad. En realidad, los perritos entrados en años tiene una capacidad incrementada de permanecer enfocados en el proceso de aprendizaje, en contraste con sus congéneres más jóvenes, los cuales son mucho más intranquilos. Más aún; debido a los muchos años que tienen de convivir con otros seres humanos, les permite inferir de un modo más preciso lo que se les solicita.
Son más amorosos. Son muy comunes las historias de gente que descubre que sus perros se vuelven un tanto más amorosos, conforme van sumando años. Posiblemente el lector de estas líneas conoce más de un ejemplo en este sentido. En el caso de los perros que son adoptados en sus años dorados; suele generarse un vínculo amoroso casi instantáneo con ellos, pues tienen además años acumulados de veteranía relacionándose con otros seres.
Ahorro de energía y desastres en la casa. A diferencia de los perros que se tienen cuando son muy jóvenes de edad , con el hecho casi inevitable de que destruirán algunas cosas de la casa, tales como zapatos, tapetes, muebles etc., los perros adultos no exigen un monitoreo tan extenuante por parte de quien los adopta, toda vez que poseen hábitos mucho menos impulsivos y previsibles. Además, debido a que tienen menos energía, exigen menos cantidad de ejercicio y pueden resultar idóneos para convivir con niños pequeños.
Permiten planificar la vida con más facilidad. Todos tenemos un tiempo de vida determinado. Cuando se adopta a un perro desde que es cachorro, la responsabilidad de cuidarlo se puede prolongar -en no pocas ocasiones-, hasta por 20 años o más. Si uno planea algunos cambios de domicilio o de actividad en el horizonte de algunos años en el futuro, y si en este porvenir no se considera poseer un perro; puede ser prudente adoptar a un perro viejo, cuya perspectiva de vida será más limitada.
Salva una vida, se un héroe. En los refugios de animales, los perros viejos suelen ser los últimos en ser adoptados y los primeros en ser, lamentablemente, sacrificados. Salvar la vida de un perro viejo ofrece un bienestar emocional sin paralelo. Son seres simplemente extraordinarios, verdaderos ángeles. Considerar adoptar a un perro en sus años dorados, puede ser una de las decisiones más sabias y gratificantes en la vida de un ser humano. Date la oportunidad de reflexionarlo.